miércoles, 27 de abril de 2011

Inframundo Parte 2


            Llevas varios días vagando por las ruinas del castillo, conocidas con el nombre de “Inframundo”. Los continuos combates con los esqueletos y zombies que infectan el lugar te tienen cansado, dolorido y hambriento. Comienzas a desesperarte porque no encuentras ninguna salida y si continuas sin comer y sin beber agua, muy pronto formarás parte del ejercito de muertos vivientes que habita en este lugar maldito. 

            Sigues caminando y el peso de tu armadura se hace cada vez mayor, las fuerzas escasean. De repente escuchas un ruido que te pone en alerta. Miras hacia atrás pero no ves nada, no obstante un sonido  parecido al de unas maracas o un cascabel se acerca hacia ti. Ese sonido lo has escuchado numerosas veces en estos últimos días, y se asemeja mucho al ruido que hacen los huesos de los muertos vivientes al moverse, no obstante este parece diferente, se escucha mucho más fuerte y de forma menos armoniosa, es como si...quedas pensativo un instante cuando la respuesta a tus dudas aparece delante de ti. Un numeroso contingente de esqueletos bien armados aparece ante tus ojos y el cabecilla del grupo lanza un grito inhumano mientras te señala. No entiendes nada de lo que dice pero no te hace falta comprender nada más; te superan en número y eres su objetivo, ha llegado la hora de correr para salvar tu vida.
            Te lanzas a una carrera frenética por las ruinas sin saber muy bien que hacer. Intentas pensar rápido, los esqueletos te están ganando terreno y el cansancio no te va a permitir correr mucho más tiempo. Continuas corriendo  hasta que llegas a la entrada de una sala y penetras en ella con la esperanza de encontrar alguna salida o escondite. Tu esperanza desaparece justo cuando entras y te cercioras de que la sala,  redondeada y de gran tamaño, no tiene ninguna salida. Miras atrás y ves como los esqueletos han tomado el pasillo, no hay escapatoria posible.
            Te sientes triste y abatido y ves como las lágrimas de tus ojos comienzan a florecer animadas por el miedo y la rabia,  estas totalmente solo. Durante estos días has tenido que luchar contra pequeños grupos de esqueletos, tres o cuatro como mucho, pero en esta ocasión tus enemigos se cuentan por decenas, tal vez un centenar.
            En ese momento recuerdas lo que llevas en tu bolsa; “El diario del viejo”, parece que hubiera pasado mucho tiempo desde que caíste prisionero y conociste a “Sombra misteriosa” quien te contó algunas cosas aterradoras sobre un mal que acecha al mundo. La realidad es que no hace ni unas semanas desde que conseguiste escapar del laberinto del minotauro y aun así casi te habías olvidado de que le hiciste una promesa: entregar el diario en el reino más próximo.
            En ese momento los esqueletos irrumpen en la sala y comienzan a rodearte para impedir tu escapatoria. Pero  permaneces quieto y  con la mirada perdida sumido en tus recuerdos aunque de fondo escuchas los graznidos y gritos estremecedores de los esqueletos dispuestos a atacar.
A tu cabeza acuden las palabras de Sombra misteriosa: “Un gran mal nos acecha”. Entonces comienzas a reaccionar y las palabras se repiten en tu cabeza “un gran mal nos acecha”.;
-        ¡¡¡Rayos¡¡¡ Piensas para ti mismo; Estoy a punto de morir y ni tan siquiera he abierto el diario del viejo, ¿Qué mal nos acecha? ¿Qué sucederá si no consigo entregarlo? ¿Qué puedo hacer?

La respuesta fluye en tu mente tranquilamente: “Ahora no puedo morir”
En ese momento cambia tu mirada y un brillo en tus ojos desvela tu decisión:
-        Voy a luchar hasta mi último aliento, tengo que conseguir salir de aquí y sino, al menos moriré intentándolo.
Aferras con fuerza tu espada y con la otra mano empuñas firmemente tu bastón.
- Ahhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡ lanzas un grito de guerra atronador y corres  poseído por una extraña fuerza al combate...la fuerza que solo puede florecer de  un verdadero héroe.

            Los esqueletos quedan momentáneamente aturdidos, probablemente no esperaban que reaccionaras de esa forma y que decidieras enfrentarte contra todos ellos, pero rápidamente responden a tu grito con un sonido grotesco mientras se adelantan para el combate. ¡¡¡La batalla comienza!!!

            Llegas rápidamente a la primera línea de enemigos y lanzas un fuerte golpe con tu espada. Enseguida dos esqueletos caen fulminados por tu ataque. Desde atrás varias de las criaturas te arrojan lanzas y te ves obligado a  rodar por el suelo para esquivarlas. Te levantas ferozmente y consigues incrustar tu bastón en la calavera del esqueleto más cercano...otro más fuera de combate. En ese instante te atacan simultáneamente tres  enemigos y una de sus hachas te golpea en el torso, por fortuna tu armadura no se rompe y no llega a herirte, aunque si te deja dolorido. Con fiereza lanzas una fuerte patada sobre el escudo de la criatura más cercana haciéndolo rodar y derribar a varios enemigos que estaban tras él. Este respiro te permite concentrarte lo suficiente como para recordar un hechizo, cierras tus ojos y gritas :
-        ¡¡¡ MANOS ARDIENTES¡¡¡¡
Al momento unas increíbles llamas  brotan de tus manos arrasando con las primeras filas de muertos vivientes. Observas como algunos corren en llamas, contagiando las llamas a sus “compañeros” más cercanos. Algunos de los esqueletos más avanzados retroceden al ver tu poder y comienzan a dudar pero de repente una flecha impacta en tu casco haciéndote perder la concentración necesaria para mantener el hechizo. Un poco aturdido, observas como los esqueletos gritan burlándose al ver que tu magia desaparece y vuelven a la carga con renovadas fuerzas.
Uno de tus enemigos te sorprende por la espalda y te agarra con fuerza. Piensas en liberarte cuando un pequeño ser calavérico te corta en la pierna con su espada, observas como un pequeño hilo de sangre comienza a brotar de la herida. La rabia y el dolor te hacen reaccionar y consigues liberarte del agarre del esqueleto con un fuerte codazo que hace explotar el cráneo putrefacto en varios trozos. No obstante tu pierna ha comenzado a dolerte y aunque el corte no ha sido  profundo, gracias al cuero que cubre tus piernas, comienzas a retroceder, guardas el bastón y la espada y sacas tu arco. Corres hacía atrás y con destreza cargas tres flechas al mismo tiempo en tu arco, tensas la cuerda con firmeza y sueltas. En el acto ves como tus tres proyectiles aciertan en tres esqueletos diferentes destrozándolos.
            Continuas con la andanada y sueltas una flecha tras otra con gran habilidad, y aunque tus enemigos caen, observas como por la puerta siguen entrando nuevas criaturas no muertas para remplazar a los caídos en combate. Echas mano a tu carcaj cuando te das cuenta de que solo te queda una flecha.
            Durante muchos años entrenaste con tu arco para tener mejor puntería pero jamás llegaste a dominar la maestría de los elfos en su manejo, aun así aprendiste un “truquito” de los elfos que merece ser probado en un momento como este. Respiras hondo y cargas la flecha, apuntas directamente a un grupo de esqueletos que acude corriendo en tu dirección, recitas un viejo  encantamiento élfico cuando ¡¡¡FLASH¡¡¡ un destello brota de la punta de tu flecha indicando que está lista para ser disparada. Sueltas la cuerda y observas como la flecha impacta y explota creando una onda expansiva que derriba a una docena de esqueletos en el acto.
            La alegría por tu disparo dura poco, de repente suena una especie de tambor por las ruinas y los esqueletos, que te rodean, retroceden con miedo mientras ves como  una criatura de un tamaño descomunal hace su entrada en la sala. Es un ser calavérico pero no es un esqueleto común, su altura es enorme y lleva una gruesa armadura formada por placas metálicas. Apenas puedes ver sus puntos débiles ya que está totalmente acorazado. En su mano derecha porta un hacha de doble hoja casi tan grande como tú, y en la otra mano lleva un gran escudo formado por huesos entrelazados.
Su rostro te llena de temor, apenas ves huecos en un sólido casco con formas retorcidas que recuerdan a la cabeza de algún tipo de reptil. Los pasos de la criatura hacen temblar el suelo y el resto de esqueletos comienzan de nuevo a rodearte, pero de momento dejan de atacarte, es como si quisieran que te enfrentarás mano a mano con el “grandullón”. 

Continuará....

No hay comentarios: